Puedo imaginar a personas que he conocido enojándose mucho después de oír algo así. "¿Cómo se atreve a hablarme así! ¿Y quién se cree que es, siendo tan insultante? ¿No sabe que la familia es primero? ¡Y él se llama un hombre de Dios! ¡Bueno, yo nunca ...!" Jesús sabía exactamente lo que estaba haciendo: separar el trigo de la paja. Los que son verdaderamente Suyos pueden aguantar los regaños y tener la humildad para decir: "Sí, soy un perro, pero puedo tener al menos una migaja?" Ellos son los que con agallas se mantienen firmemente con Él, sabiendo que Él tiene que bendecirlos, y ellos son los que reciben sus respuestas.
Dios nos creó para ser como Él, rico en amor, paz, gozo, paciencia y todo el fruto del Espíritu, pero duro como una piedra cuando se trata de actuar nuestra fe. Hay veces que la alegría sólo viene después del doloroso sacrificio de nuestra carne, de dar la espalda y caminar lejos de las personas que reclaman nuestra atención para que podamos agradar a Dios primero. La paz sólo se puede ganar después de matar el deseo egoista de quejarse de nuestro sufrimiento, y luchar contra el maligno que susurra en nuestros oídos que la paz es imposible. Queremos respuestas a las preguntas que no son para nosotros sepamos en este momento, pero las respuestas que tenemos, no nos gustan!
Así que la elección es, vivir nuestra vida en un constante estado de sentirse ofendido, porque Dios espera mucho de nosotros, o fríamente dar la espalda a nuestros sentimientos, O de todos modos obedecerlo, y determinar que él tiene que – TIENE QUE -- honrar nuestro acto de fe. Él sanará y nos librará, porque él dice que quiere. Punto. Y a través de esa opción de poner nuestra fe encima de nuestras emociones, cambios milagrosos sucederá. Esa fue la forma en que fueron liberados los poseídos por los demonios; los ciegos fueron sanados, los muertos fueron resucitados y discípulos de acero se levantaron para convertir el mundo al revés. Parece una contradicción encontrar el calor de Su paz y amor a través de hacerse de corazón frío, ¿pero quien dijo que El hace las cosas a nuestra manera?